Lago Titicaca: Patrimonio Natural del Perú

Los antiguos pueblos andinos llegaron a considerar mucho antes de la llegada de los incas que el Lago Titicaca era el origen del mundo. En efecto, las leyendas de las poblaciones andinas asociaban este lugar con el dios creador, Viracocha, que emergió de las aguas para dar origen al Sol, a la Luna y a las estrellas, y posteriormente crear a los primeros hombres. De las mismas aguas emergieron Manco Cápac y Mama Ocllo, fundadores míticos del Imperio Inca, enviados por el dios Sol para dotar al ser humano de los conocimientos para construir, cultivar y vivir en armonía, de allí que el lago sea considerado como la cuna del mundo andino, un lugar donde lo humano y lo divino tienen espacio en todo momento.

Descubrir el lago sigue siendo un destino sagrado para las comunidades, que continúan realizando rituales y ofrendas en sus orillas, particularmente en momentos festivos. Muchos viajeros llegan a experimentar una energía especial y la paz que inunda el alma al contemplar sus aguas inmóviles, pero los viajeros aseguran que esto se debe a que el lago guarda en su fondo la memoria de los dioses andinos.

Ubicación, altitud y geografía

El Lago Titicaca se ubica en la región de Puno, al sudeste del Perú, a más de 3.800 metros de altitud. Su profundidad máxima es de 281 metros: es de esta manera que el Lago Titicaca se presenta como uno de los lagos de mayor altitud, así como también del de mayor profundidad del mundo respectando las altas montañas.

El clima del altiplano es muy especial. Durante el día, el sol brilla con gran fuerza, pero en cuanto cae la noche, la temperatura puede descender drásticamente. La amplitud térmica, unida al aire claro de la montaña, otorgan al lago un tono azul intenso que refleja el cielo y las montañas que rodean el lago.

Por la orilla del lago, los campesinos cultivan papa, quinua y cebada en terrazas que datan ya de tiempos prehispánicos. Igualmente, no es raro ver llamas y alpacas reposar a la orilla del lago bajo el sol andino, creando un ambiente de calma que parece propio de otro siglo.

El Lago Titicaca está lleno de vida en sus islas además de un hermoso paisaje. Cada comunidad tiene sus propias costumbres, vestimentas y tradiciones que contribuyen a preservar el pálpito ancestral del altiplano.

Islas Flotantes de los Uros

Las islas de los Uros que flotan son uno de los paisajes más sumamente llamativos del lago. Son totalmente construidas con totora, planta acuática que se desarrolla en las zonas con poca profundidad. Con la totora, los Uros construyen sus casas, los barcos, incluso las escuelas.

Esta comunidad ha vivido de esta manera a lo largo de todas las generaciones desde sus orígenes sobre el agua, desarrollando una relación de simbiosis entre el agua y la tierra. Los que visitan los Uros pueden caminar sobre las islas, navegar en las balsas de totora y observar el ingenioso método por el que las familias de esta comunidad suman cañas a la isla y cómo las mantienen flotando.

La existencia de los Uros, a pesar de ser sencilla, se encuentra llena de sentido: la planta de la totora no solo los mantiene físicamente sino que también se transforma en un símbolo de su conectividad de tierra, agua y cielo.

Isla Taquile

A unos 40 kilómetros de Puno se encuentra Taquile; la isla es famosa por su arte textil y por el sentido comunitario que le dan sus habitantes, que todavía organizan socialmente, con cooperación y respeto. Curiosamente son los hombres los que tejen, quienes expresan en los tejidos las historias, las creencias, el estado civil de quien lo lleva.

Las tejedoras y tejedores de Taquile fueron reconocidos por la UNESCO como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad, por la calidad y significado de sus textiles; para subir a la isla hay que ascender unos 560 escalones, pero la vista desde arriba vale el esfuerzo: horizonte de montañas nevadas y un lago infinito con tonos de plata brillante.

Isla Amantaní

Amantaní, una apacible y profundamente espiritual isla situada al lado de Taquile. Desde hace muchos años está habitada por familias quechuas, que viven fundamentalmente de la agricultura. En sus colinas se levantan dos templos, los de Pocchamama (la Madre Tierra) y Pochatata (el Padre Tierra), que todavía hoy celebran ceremonias ancestrales.

Una de las experiencias más auténticas del Lago Titicaca es dormir en una casa o albergue de la isla Amantaní, viviendo así una noche en compañía de una familia de la isla. Los visitantes disfrutan de la buena cocina de productos del lugar, se benefician igualmente de la hospitalidad genuina de sus anfitriones y pueden ver el sol poniéndose, alcanzando el mirador y experimentando el espectáculo de un sol dorado reflejándose en las aguas del Lago Titicaca, mientras los Andes se tiñen de violeta.

Cómo visitar el Lago Titicaca

Durante varios días hemos hecho un recorrido por parte de las extensas planicies del altiplano andino del sur del Perú y ahora podemos decir que la mejor manera de acceder al lago es la ciudad de Puno, que es llamada “la Capital del Folclore Peruano” porque es famosa por las danzas de los pueblos indígenas, por sus trajes de colores intensos, por la gran variedad de festivales, por la gran oferta hotelera y, en general, por su intensa vida cultural. Desde Lima o Cusco se puede viajar en avión hacia el Aeropuerto de Juliaca, o bien en bus de doble piso que hace la travesía de la cordillera de los Andes.

Desde Puno se puede salir para hacer los tours en lancha que se dirigen a las islas de los Uros, a la isla de Taquile y a la isla de Amantaní. Las visitas a las islas incluyen el servicio de un/una guía local, las comidas y las actividades culturales donde los viajeros (las personas que visitan el lago) aprenden sobre las tradiciones de los pueblos indígenas y, en general, sobre la cosmovisión andina.

La mejor época para visitar el lago es de mayo a octubre, que es la época seca, cuando los cielos están claros y el color del lago brilla más. De noviembre a marzo es la época de las lluvias, pero el paisaje del lago es más verde y las imágenes de los reflejos sobre el agua son espectaculares.

La importancia del Lago Titicaca

El Lago Titicaca es mucho más que un destino turístico, ya que también representa un símbolo de vida y espiritualidad de los pueblos del altiplano. En este sentido, se puede afirmar que representa un ejemplo del equilibrio que debe existir entre la naturaleza y la cultura ya que constituye un un ecosistema donde el agua alimenta los campos y, al mismo tiempo, alimenta los sentidos.

Para quienes habitan la región, el lago representa una fuente de identidad y de sustento; de este proviene el pescado, el agua para hacer funcionar el riego y la inspiración para celebrar la fiesta de la Virgen de la Candelaria, una de las fiestas más grandes del Perú, donde la fe, la música y la danza rinden tributo al lago y a los «apus», los espíritus que lo cuidan.

El Lago Titicaca también tiene un significado ambiental muy importante, ya que su presencia regula el clima y se convierte en hábitat para numerosas especies de la fauna migratoria y de los peces nativos como el carachi o la trucha andina.

Visitar el Lago Titicaca es ver un paisaje sagrado, donde el cielo abrumador y el agua invitan a la contemplación. Es sentir la conexión ancestral entre los pueblos andinos y su entorno. Por último, es poder descubrir que, en el corazón del Perú, la vida y la naturaleza siguen latiendo de forma perfectamente equilibrada.